El ahorro como herramienta: la historia de Pablo
Pablo es un niño de escuela. Todos los días madruga muy temprano, se prepara para sus clases y responde de forma puntual a todas sus responsabilidades. Pablo es un niño disciplinado. Sus padres siempre han querido que no le falte nada, siempre le han entregado los mejor para sus estudios e incluso lo han matriculado en las mejores instituciones.
Sin embargo, a Pablo le falta algo que también la hace falta a la mayoría de los niños: educación financiera. Pero, ¿cómo se le puede enseñar sobre el manejo del dinero a un niño como Pablo? Ese será el tema de este escrito.
Aprendiendo desde el ejemplo
Pablo ha visto cómo sus padres se relacionan con el dinero: ellos le compran helado cuando caminan por el centro comercial, o reciben dinero de una máquina que está pegada a una pared, que conocemos como Cajero electrónico. Para Pablo el dinero es algo natural a la cotidianidad de sus padres. A lo largo de la vida, aprendió a contar, a sumar, a restar y algunas otras aptitudes y conocimientos matemáticos gracias a este ejemplo, y más aún, aprendió a tomar decisiones de acuerdo al comportamiento de sus padres. Pablo sabía que, si renunciaba a los dulces, podría, más adelante, pedirles a sus padres un helado; sabía que, si renunciaba a un carrito a control remoto, podría tener la oportunidad de pedir una consola de videojuegos o un computador; en otras palabras, Pablo comenzaba a fijar prioridades en cuando a sus gustos.
Inspirando el ahorro
Para los padres de Pablo, esta etapa era la oportunidad perfecta de hacer algo que las escuelas rara vez hacen: hablar de educación financiera. Pablo aprendería sobre la importancia del ahorro y el uso consciente del dinero. Comenzaron con lecciones básicas que le servirían mucho en su futuro.
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Inicialmente Pablo aprendió a diferenciar el valor del dinero: diferenció entre monedas y billetes, entendiendo su utilidad mediante juegos de mesa. Aprendió sobre el poder adquisitivo.
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Estar en un ambiente controlado, de amor fraternal e incondicional, a veces puede llevar a los padres a darle a sus hijos todo lo que pidan. Aquí fue un segundo momento, donde explicaron a Pablo sobre la importancia del autocontrol, negándole algunas peticiones innecesarias. Para aprender a ahorrar, Pablo debía reconocer esta habilidad financiera; aquí aprendería sobre lo que era una necesidad y lo que era un deseo.
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Cuando era el día de hacer el mercado, los padres de Pablo lo llevaban al supermercado y le explicaban el valor y el precio de las cosas. Pablo aprendería de estas experiencias, las diversas posibilidades y el ahorro que se puede obtener cuando se compra de manera inteligente.
Cada semana, los Padres de Pablo le entregan cierta cantidad de dinero. Aprovechando esta situación, le enseñaron a su hijo a administrarlo de manera adecuada. Inclusive le animaron a guardar un porcentaje de este dinero para que, en un futuro, pudiera comprar una bicicleta. Aquí Pablo comenzaría a comprender mejor los alcances del ahorro.
Fomentando el hábito del ahorro
Cuando Pablo comenzó a ahorrar pequeños montos, sus padres le propusieron que fijará metas. Quería muchas cosas, como una bicicleta, un computador, videojuegos… Así que se sentaron con él para planear. Inicialmente establecieron una meta real, de acuerdo a lo que Pablo estaba ahorrando, y de allí, juntos, calcularon el tiempo requerido para alcanzar su meta. Le regalaron una alcancía que decoraron para que le recordara y lo motivará a cumplir su propósito. Cada vez que recibía dinero, lo animaban a tener una parte destinada al ahorro, a su alcancía, y Pablo anotaba muy juicioso, las cuentas de lo que guardaba.
Una vez Pablo llenó su alcancía, sus padres lo llevaron a abrir su primera Cuenta de Ahorros en Cooservunal. Allí, le explicaron, su ahorro podría crecer gracias a los intereses que generaba la Cooperativa, ayudándole a cumplir su sueño. Desde ese momento, Pablo comenzaría a entender cómo estabilizar su vida financiera, con acciones puntuales desde su presente, pero siempre pensando a futuro, además de ser más organizado con su dinero, y más inteligente a la hora de invertirlo.
Como Pablo, los niños aprenden desde el ejemplo que tienen de sus padres. La tarea de todos los adultos que velan por el desarrollo y crecimiento de los niños, es educarlos de forma integral, haciéndolos partícipes de las finanzas de la familia. Sobre todo, teniendo en cuenta que nunca es tarde para iniciar los buenos hábitos. Ya sea desde la infancia o la adolescencia, inculcar una responsabilidad financiera les ayuda a fijarse metas y aprender del ahorro como herramienta para la vida.
¿Ya iniciaste a tu hijo en educación financiera?